VALLADOLID, 28 DE AGOSTO DE 2011
PLAZA ESPAÑA
Desde la Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL) siempre hemos apoyado y promovido la agricultura y la ganadería ecológica como un sector cada vez más importante, que en nuestra región ocupa ya a más 500 agricultores y ganaderos profesionales.
Con la organización de este III Mercado de Alimentos Ecológicos en la Plaza de España de Valladolid queremos dar continuidad a un espacio necesario como una forma de acercar productores y consumidores, donde el consumidor conozca de primera mano los sistemas de producción ecológica. Pretendemos que sea un mercado de proximidad y transparente que permita un contacto personal entre productores y consumidores,
Queremos romper el mito de que los productos ecológicos son caros…. pensamos que se puede comercializar productos alimentarios de calidad a unos precios que sean justos para el consumidor y para el productor.
Responsibilidad // Ética // Cooperación // Calidad
Organiza: Unión de Campesinos de Valladolid
Colaboran:
Ayuntamiento de Valladolid
Diputación Provincial de Valladolid
Consejo de Agricultura Ecológica de Castilla y León
Caja España-Duero
Cajamar
valor nutricional de los alimentos orgánicos
La agricultura y la ganadería ecológica permiten armonizar al ser humano con la naturaleza. Es necesario para lograr este objetivo diseñar un plan de acción que promueva una alimentación basada en criterios agroecológicos, mediante un compromiso social que tenga en cuenta la multifuncionalidad de la agricultura, planteando que como la cultura debe de ser patrimonio de todos los ciudadanos. (A. Bello)
OTRA MANERA DE HACER AGRICULTURA Y GANADERÍA
Nuevas formas de pensar se alinean frente al pensamiento único de la agronomía convencional, basada en el productivismo a ultranza y la industrialización de la producción de alimentos.
Por un lado desde una preocupación sobre la seguridad de los alimentos. Por otro lado desde la ética en la forma y de producirlos y un tercer factor que plantea las relaciones en la distribución de alimentos.
Hasta ahora la producción y la distribución han seguido caminos separados, hoy es inconcebible este alejamiento dado que todos los elementos que componen la cadena alimentaria están entrelazados.El debate comienza cuando se introducen nuevos elementos y desde la preocupación por la seguridad alimentaria aparece una preocupación ética en cuanto a la manera de producir y en cuanto a la manera de distribuir la producción, Sectores y grupos de agricultores y ganaderos han comenzado en los últimos años a plantearse otras maneras de hacer, mas comprometidas con los requerimientos del medio natural y con el medio social en el que se desarrolla su actividad, paralelamente grupos de consumidores se movilizan desde esa misma preocupación asumiendo compromisos con los productores. Más allá de la mercantilización de los alimentos, agricultores y consumidores asumen un compromiso común basado en las relaciones personales y en el intercambio justo y responsable
Es necesario desarrollar un modelo de producción de alimentos multifuncional, creativo y atractivo, que recupere la memoria agraria y la autonomía de los agricultores partiendo del manejo de parámetros de calidad, de gestión racional y sostenible de los recursos naturales, de mantenimiento del medio social.
Un modelo que sepa diseñar sistemas agrarios sustentables, ecológicamente, socialmente y económicamente que tenga en cuenta las necesidades de los productores y de los ciudadanos por encima del interés monetario y de poder del gran mercado.
Para conseguir estos objetivos es necesario facilitar la participación de los agricultores y de los consumidores en el desarrollo de nuevos modelos de producción, asegurando el mantenimiento de las rentas de las familias agrarias desde unos sistemas participativos y democráticos en la toma de decisiones y en la investigación,
Para esto, es fundamental el reconocimiento de la eficiencia y la puesta en valor de las característica agronómicas, sociales y medioambientales de los sistemas de producción ecológica reivindicando el papel de esos sistemas como garantes del mantenimiento de una cultura agraria denostada desde modelos productivistas que ahondan la diferencia entre una agricultura industrializada y una agricultura responsabilizada y comprometida con la realidad social, que utiliza recursos endógenos, que tiene bajos consumos energéticos y que garantiza una gestión racional de medios escasos y la conservación del patrimonio natural.
Así mismo es necesario diseñar formas de mercado que incluyan la calidad ética y que valoren el compromiso de estos agricultores y ganaderos con la conservación y el mantenimiento del medio rural .
Ya que no sería coherente cultivar o criar en ecológico si al salir el producto de las granjas o de las fincas no se continua actuando en líneas de comercialización diferenciadas.
Debemos, pues, desde la producción y desde el consumo diseñar sistemas de mercado alternativos, buscando un consumo responsable y responsabilizado con las premisas de la agroecologia, fijando las reglas de un juego todavía sin definir.
Un sistema de mercado basado en la acción colectiva que permita alternar los tiempos de acción y de reflexión sobre las dificultades y sobre las propias acciones, estableciendo herramientas sencillas que faciliten la mejora en la producción y en la venta, mejorando la comprensión y los ajustes en el funcionamiento sobre la base de las necesidades de cada uno de los actores, producción y consumo, aprendiendo de esta manera a trabajar juntos y a asumir responsabilidades dentro del circuito.
No se puede negar la importancia cada vez mayor de la gran distribución en los mercados de productos ecológicos, la aparición de ecocorpraciones, la presencia cada vez mayor de agricultura ecoindustrial, certificada y cumplidora de una normativa de mínimos… ante esto hace falta apostar sin complejos, exigiendo, productores y consumidores nuestra parte del control sobre la cadena alimentaria evitando de esta manera que las multinacionales agroalimentarias despojen al producto ecológico de su contenido social.
La apuesta desarrollada desde distintos grupos de consumidores en el estado ha evolucionado despacio pero en un continuo crecimiento paralelo a la apuesta de algunos productores que han buscado crear relaciones directas internalizando la relación directa con los consumidores en su manera de hacer, no permitiendo que sus producciones pierdan su carácter en las estanterías de las grandes superficies
No se trata de encajar la cuestión ambiental dentro de regímenes agrícolas ya establecidos sino de buscar una sinergia real entre ecología, economía, y ciencias agrarias. Concretar esta visión significará reorientar la investigación, la enseñanza y el desarrollo de sistemas agrícolas para enfrentar el nuevo desafío campesino y la fragilidad de los ecosistemas (también los ecosistemas agrarios), asegurando la sustentabilidad de la agricultura y de la ganadería
Es necesario, por tanto, introducir una racionalidad ecológica en la agricultura y la ganadería para minimizar el uso de insumos agroquímicos, complementar programas de conservación de aguas, suelo y biodiversidad, planificar el paisaje productivo en función de las potencialidades del suelo y el clima de cada ecorregión y potenciar el papel multifuncional de la agricultura y de la ganadería como generadoras de ingresos, alimentos y servicios ambientales y culturales.
La maximización de los rendimientos y de la rentabilidad no se puede lograr sin considerar los límites ecológicos de la producción, ni tampoco la equidad en la distribución de beneficios de la producción entre los que participan en el proceso de producción y consumo.
Los problemas de sostenibilidad no se pueden considerar aisladamente, ya que los sistemas de producción están ligados no sólo a condiciones e instituciones locales, sino que también responden a presiones económicas y de mercado a los niveles nacional y global
No será posible continuar realizando análisis económicos que excluyan el valor de cambios en la productividad o de las externalidades asociadas a la intensificación agrícola. Ignorar los costos ambientales ocultos sólo sobrevalorará las prácticas agrícolas degradantes y subestima el valor del pensamiento agroecológico que conserva recursos.
Las políticas agrarias que ignoran la productividad y la calidad de los recursos naturales contribuyen a disminuir la sustentabilidad y a causar pérdidas económicas significativas. Cuando se incluyen los costos de la degradación ambiental en el cálculo de la rentabilidad agrícola, las prácticas agroecológicas se perfilan competitivas con las de corte convencional.